Título original:
Requiem for a dream.
Director: Darren
Aronofsky.
Productores: Eric
Watson & Palmer West.
Guión: Hubert
Selby Jr. & Darren Aronofsky.
Música: Clint
Mansell.
Fotografía:
Matthew Libatique.
Reparto: Ellen
Burstyn (Sara Goldfarb).
Jared Leto (Harold
Goldfarb).
Jennifer Connelly
(Marion Silver).
Marlon Wayans (Tyrone C. Love).
Christopher McDonald
(Tappy Tibbons).
Año: 2000.
Género: Drama.
Duración: 97 min.
País: Estados
Unidos.
Podemos
empezar diciendo que el refrán “No hay mal que por bien no venga” queda
totalmente desbancado por esta película. Un filme que te mantiene en vilo todo
el rato, con el que no podrás cerrar los ojos ni un segundo debido a la ansiedad provocada tanto por el
argumento como por los elementos técnicos. La variación de velocidad de las
diferentes escenas te hace meterte de lleno en la piel de los protagonistas,
llegando a notar su angustia, su felicidad y sus estados de éxtasis.
El
segundo largometraje de Aronofsky, después de la peculiar “Pi”, busca llamar la
atención del espectador constantemente, con sus continuos efectos de doble
pantalla, los primero planos, y las escenas cortas y rápidas que te avisan cuando
los protagonistas mantienen sus diferentes adicciones en activo. Una
iluminación lúgubre, magnífica y adecuada al filme, no es capaz de quitar
protagonismo a una increíble banda sonora que actúa por si sola. Se puede decir
que es el elemento principal, causante del estremecimiento pulmonar que sientes
al relacionar las imágenes frías con esa música palpitante.
Película
cargada de metáforas y simbología que reflejan en parte la ignorancia de la
vejez, las ilusiones de los jóvenes, y los recuerdos de un pasado mejor. Todo
camuflado tras la protección de las drogas. Distintos finales con un mismo
principio.
Si
por algo se le puede sacar puntilla, es por la punzante y repetitiva escena del
programa de televisión al que Sara Goldfarb (Ellen Burstyn) está enganchada,
podrían ahorrarse alguna que otra emisión.
La actuación de todos es sublime,
ninguno sale de su papel, y consiguen que sintamos simpatía hacia ellos,
exceptuando a algunos personajes a los que el propio director quiere hacer
parecer irritables, véase el doctor que atiende a la madre de Harold Goldfarb
(Jared Leto) o el psicólogo de Marion (Jennifer Connelly).
Para
finalizar, el único calificativo que se puede decir es “obra de arte”. Se
podría definir como un intenso y profundo grito mudo. El sabor amargo que deja
es la prueba más clara de la calidad de la película. Un filme que mezcla
palomitas con reflexión. Siéntense y disfruten.
J.F.
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