domingo, 5 de mayo de 2013

Réquiem por un sueño.










Título: Réquiem por un sueño.
Título original: Requiem for a dream.
Director: Darren Aronofsky.
Productores: Eric Watson & Palmer West.
Guión: Hubert Selby Jr. & Darren Aronofsky.
Música: Clint Mansell.
Fotografía: Matthew Libatique.
Reparto: Ellen Burstyn (Sara Goldfarb).
         Jared Leto (Harold Goldfarb).
         Jennifer Connelly (Marion Silver).
         Marlon  Wayans (Tyrone C. Love).
         Christopher McDonald (Tappy Tibbons).
Año: 2000.
Género: Drama.
Duración: 97 min.
País: Estados Unidos.

Podemos empezar diciendo que el refrán “No hay mal que por bien no venga” queda totalmente desbancado por esta película. Un filme que te mantiene en vilo todo el rato, con el que no podrás cerrar los ojos  ni un segundo debido a la ansiedad provocada tanto por el argumento como por los elementos técnicos. La variación de velocidad de las diferentes escenas te hace meterte de lleno en la piel de los protagonistas, llegando a notar su angustia, su felicidad y sus estados de éxtasis.

El segundo largometraje de Aronofsky, después de la peculiar “Pi”, busca llamar la atención del espectador constantemente, con sus continuos efectos de doble pantalla, los primero planos, y las escenas cortas y rápidas que te avisan cuando los protagonistas mantienen sus diferentes adicciones en activo. Una iluminación lúgubre, magnífica y adecuada al filme, no es capaz de quitar protagonismo a una increíble banda sonora que actúa por si sola. Se puede decir que es el elemento principal, causante del estremecimiento pulmonar que sientes al relacionar las imágenes frías con esa música palpitante.

Película cargada de metáforas y simbología que reflejan en parte la ignorancia de la vejez, las ilusiones de los jóvenes, y los recuerdos de un pasado mejor. Todo camuflado tras la protección de las drogas. Distintos finales con un mismo principio.

Si por algo se le puede sacar puntilla, es por la punzante y repetitiva escena del programa de televisión al que Sara Goldfarb (Ellen Burstyn) está enganchada, podrían ahorrarse alguna que otra emisión.

 La actuación de todos es sublime, ninguno sale de su papel, y consiguen que sintamos simpatía hacia ellos, exceptuando a algunos personajes a los que el propio director quiere hacer parecer irritables, véase el doctor que atiende a la madre de Harold Goldfarb (Jared Leto) o el psicólogo de Marion (Jennifer Connelly).

Para finalizar, el único calificativo que se puede decir es “obra de arte”. Se podría definir como un intenso y profundo grito mudo. El sabor amargo que deja es la prueba más clara de la calidad de la película. Un filme que mezcla palomitas con reflexión. Siéntense y disfruten.

J.F.

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